Definición
La mayoría de las personas que juegan no tienen problemas de enfermedad mental. No obstante, una minoría –se estima en uno a dos por ciento de la población general– se tornan en jugadores compulsivos.
Las personas de este grupo pierden el control de sus apuestas a menudo con consecuencias importantes. El juego compulsivo con frecuencia va de la mano con el uso excesivo de alcohol.